El Estado contra la Propiedad: La Gran Ilusión de la Libertad.
Por Alexander M.
Desde que nacemos, nos dicen que vivimos en un mundo donde la propiedad privada es un derecho fundamental. Se nos enseña que el fruto de nuestro esfuerzo nos pertenece y que tenemos la libertad de usarlo como queramos. Sin embargo, esta idea no es más que una mentira cuidadosamente construida por el mismo aparato que se beneficia de nuestra sumisión: el Estado.
El Estado no es el protector de la propiedad; es su mayor enemigo. Desde los impuestos hasta las regulaciones, desde la expropiación hasta la inflación, cada uno de sus mecanismos está diseñado para privarnos de lo que es nuestro y darnos a cambio, la ilusión de que seguimos siendo propietarios. En realidad, no poseemos nada; todo nos es concedido bajo condiciones y solo hasta que el poder político decida lo contrario.
La Propiedad Como Permiso, No Como Derecho.
Para que algo sea verdaderamente nuestro, debemos poder disponer de ello sin restricciones arbitrarias. Pero en la práctica, el Estado convierte la propiedad en un permiso sujeto a su voluntad.
Toma como ejemplo tu propia casa. Puede que hayas trabajado durante décadas para pagarla, que esté a tu nombre en un registro público, que la llames "tuya". Pero si dejas de pagar impuestos sobre la propiedad, el Estado se la queda. Esto no es propiedad; es un arriendo forzado al Estado. Lo mismo ocurre con tu negocio: cumples con cientos de regulaciones, pagas licencias y tributos para poder operar. No eres un dueño, eres un gestor bajo las condiciones impuestas por un ente que no creó nada de lo que posees.
Incluso tu dinero está bajo asedio constante. Los bancos centrales imprimen moneda a voluntad, diluyendo el valor de tus ahorros. La inflación no es más que un robo encubierto que transfiere riqueza de los ciudadanos productivos al aparato estatal y sus cómplices.
El Estado Como Parásito de la Producción.
El Estado es incapaz de crear riqueza; solo la confisca y la redistribuye según sus propios intereses. Todo lo que dice "darnos" lo ha usurpado previamente de los ciudadanos. La infraestructura, los servicios, la seguridad: nada de esto es "gratuito" ni financiado por el Estado de forma mágica. Se paga con los impuestos que se nos imponen bajo amenaza de violencia.
El sistema fiscal es una extorsión legalizada. Si te niegas a pagar impuestos, vendrán tras de ti con multas, embargos y, eventualmente, prisión. Esto es exactamente lo que hace la mafia: ofrecerte "protección" a cambio de un tributo, con la diferencia de que la mafia al menos no finge hacerlo por tu bien.
La Farsa de la Regulación "Necesaria"
Uno de los argumentos más comunes para justificar la intervención estatal en la propiedad es que sin regulaciones, el mercado colapsaría en caos y abuso. Pero la historia muestra lo contrario: las regulaciones estatales no protegen al consumidor, protegen a los monopolios y a las corporaciones amigas del poder.
Los permisos de construcción, las restricciones a la producción y los aranceles no existen para garantizar la calidad ni la seguridad; existen para limitar la competencia y asegurarse de que solo aquellos con los recursos para sobornar y amañar puedan operar.
Si las regulaciones fueran tan esenciales para la seguridad, veríamos al Estado regalándose a sí mismo con el mismo rigor con el que regula a los ciudadanos. Pero el gobierno opera con impunidad, malgastando presupuestos, robando a través de la corrupción y aprobando leyes que lo protegen de cualquier responsabilidad.
Expropiaciones y Robo Estatal.
El robo directo por parte del Estado no es una hipótesis, es una realidad cotidiana. En nombre del "bien común", los Estados confiscan tierras, imponen controles de precios y destruyen industrias enteras.
Venezuela expropió supermercados, fincas y empresas privadas con la excusa de la "soberanía económica", lo que solo llevó a escasez y ruina. Argentina ha saqueado los ahorros de su población múltiples veces con corralitos y devaluaciones. Estados Unidos no se queda atrás, con regulaciones como el "eminent domain", que permite al gobierno confiscar propiedades privadas si considera que puede darles un "mejor uso".
Esto demuestra que la propiedad privada, bajo un Estado, no es más que una ilusión mantenida en pie mientras al poder le convenga.
Alternativas al Estado: Propiedad Sin Coacción.
Si la intervención estatal es el problema, la descentralización es la solución. Modelos como las ciudades privadas, el uso de blockchain para registros de propiedad y la gestión privada de servicios muestran que la organización voluntaria es posible sin un Estado.
Ejemplos como Prospera en Honduras, las zonas económicas especiales en Asia y el creciente uso de criptomonedas para eludir sistemas financieros estatales nos demuestran que el futuro de la propiedad puede ser uno donde los individuos realmente posean lo que crean.
El Estado es solo un intermediario innecesario que se arroga el derecho de decidir quién posee qué y bajo qué condiciones. En un sistema descentralizado, los acuerdos voluntarios reemplazan la imposición forzada.
Conclusión: ¿Eres Dueño o Solo Inquilino del Estado?
Si la propiedad fuera verdaderamente tuya, podrías decidir sobre ella sin pedir permiso. No pagarías tributos para mantenerla, no estaría sujeta a las decisiones de burócratas y no podría ser arrebatada arbitrariamente. Pero la realidad es que vivimos bajo un sistema en el que todo lo que creemos poseer es condicional.
El Estado no protege la propiedad; la amenaza. No es su garante; es su usurpador. La verdadera pregunta es: ¿Estamos dispuestos a seguir viviendo bajo la ilusión de que somos dueños, o tomaremos el control de nuestras vidas y riquezas, despojando al Estado de su poder ilegítimo?