La Guerra y la Defensa Efectiva de una Sociedad Libre. 


Por Rodrigo Prenafeta, Abogado, Locutor y dueño del programa político Paralelo 33.



La guerra es uno de los temas menos tratados dentro del mundo libertario, debido a la incomodidad que genera su inclusión en el discurso diario de quienes defienden esta ideología. Esta reticencia hacia el conflicto bélico es, en parte, comprensible, ya que el Estado ha desempeñado históricamente un papel casi incuestionado en la defensa, debido a la aparente incapacidad de las organizaciones no estatales para enfrentarse a los ejércitos de los Estados enemigos. Como consecuencia, la idea de organizar una defensa territorial ciudadana o privada, promovida políticamente por movimientos libertarios, genera gran impopularidad.

Este malestar se manifiesta a menudo en la percepción de que no existen alternativas viables que puedan reemplazar las funciones de defensa territorial del Estado. Sin embargo, es crucial que los defensores de las ideas de libertad superen esta reticencia, pues existen ejemplos tanto teóricos como históricos que demuestran la viabilidad de alternativas voluntarias y particulares capaces de enfrentar a los ejércitos estatales.

Un ejemplo destacado proviene de los ejércitos anarco-colectivistas ucranianos, que, a pesar de diferir ideológicamente del ideal libertario, lograron implementar durante la Revolución Rusa un ejército no estatal capaz de enfrentar con eficacia a las tropas bolcheviques y monárquicas hasta su eventual derrota. Esta derrota, sin embargo, fue producto de una sorpresiva traición por parte de la emergente Unión Soviética, y no de la estructura militar no estatal. En realidad, la derrota se debió a las malas decisiones del líder del Ejército Negro, Néstor Makhno, al momento de forjar alianzas militares. La estructura de este ejército, basada en un voluntariado militar y en comisiones de soldados voluntarios encargados de elegir a sus comandantes y establecer normas de disciplina, demuestra que, a pesar de sus orígenes en el anarco-colectivismo ucraniano, esta organización es compatible con la visión libertaria, ya que no contradice los principios fundamentales de la libertad defendidos por esta corriente. De hecho, la influencia de elementos de otras ramas del anarquismo no es ajena al libertarismo, ya que pensadores como Murray Rothbard y Hans Hermann Hoppe incorporaron aspectos de las ideas de anarquistas colectivistas como Errico Malatesta, adaptándolos a un marco ideológico coherente con el libertarismo.

Esta estructura organizativa debería ser promovida por los movimientos libertarios como una alternativa eventual a la hegemonía militar y policial estatal que prevalece actualmente. No obstante, la transición hacia este ideal organizativo no debe ser inmediata, sino gradual, y debe llevarse a cabo a través de varias etapas.

En primer lugar, es esencial defender y promover el derecho a la tenencia de armas para la autodefensa civil, algo que ya se viene realizando en diversos movimientos libertarios y que tiene mayor o menor apoyo en distintos países. Este es solo el primer paso, ya que la creación de una cultura ciudadana de autodefensa debe abrir el camino, mediante esfuerzos político-culturales, hacia la proliferación de organizaciones vecinales, privadas y ciudadanas de "autodefensa". Es probable que estos grupos surjan de manera natural una vez que se haya fomentado una cultura que valore la autodefensa y los medios, como las armas, necesarios para llevarla a cabo. Sin embargo, es crucial que dentro de la amplia variedad de organizaciones que emerjan, existan aquellas que cuenten con un enfoque ideológico libertario. Para establecer una estructura político-cultural libertaria, siempre será necesario que los elementos que la conforman estén guiados por principios libertarios, los cuales prevalecerán solo si son impulsados activamente por los defensores del libertarismo. La ausencia de este impulso constante llevaría inevitablemente a que estas organizaciones sean permeadas o infiltradas por otras ideologías. Dichas organizaciones serán la base de una eventual estructura de defensa no estatal.

La coordinación eventual de estos organismos ideológicos de autodefensa, a través de representantes voluntarios de cada grupo, permitiría establecer un voluntariado militar que complementará las estructuras militares privadas ya existentes, que prestan servicios bélicos a cambio de remuneración. Esta combinación de estructuras armadas anarquistas con funciones de defensa privadas permitiría, gradualmente, establecer un voluntariado armado que sustituya las funciones armadas del Estado y asegure la defensa constante de una sociedad libertaria.

Los voluntariados armados desempeñarían un papel disuasorio clave frente a posibles Estados interventores, y por ello, es importante destacar que dicha estructura de defensa voluntaria debe complementarse con una visión geopolítica libertaria. Como lo plantea Rothbard en su “Manifiesto Libertario”, esta visión se basa en “El aislacionismo y la neutralidad estrictos” frente a cualquier bloque o alianza internacional, sumado al establecimiento y la posterior organización de células ideológicas libertarias en distintos territorios, que puedan organizarse y eventualmente dar paso a sus propias estructuras político-culturales. De esta forma, se podrá evitar la intervención en conflictos armados ajenos y, al mismo tiempo, preservar la estabilidad interna necesaria para llevar a cabo las transformaciones que permitan una transición gradual de una sociedad estatista a una sociedad libertaria, sin injerencias externas.

Es esencial que los libertarios no eviten, sino que promuevan activamente el ideario de la defensa armada cuando promuevan las ideas de libertad. La defensa efectiva de una sociedad libre no puede desvincularse de la defensa activa de los principios libertarios. De hecho, los proponentes del libertarismo deben reconocer que estos elementos son indispensables para el establecimiento de una sociedad libre que perdure en el tiempo.

El proceso hacia una estructura de defensa no estatal y voluntaria no será fácil ni rápido, pero es un paso necesario para avanzar en la creación de una sociedad basada en la libertad individual, la propiedad privada y la no intervención estatal. A través de la promoción de la autodefensa, el establecimiento de estructuras organizativas libertarias y la implementación de una visión geopolítica coherente con estos principios, los movimientos libertarios pueden trazar un camino hacia una defensa territorial que, lejos de depender del Estado, se base en el principio fundamental de la cooperación voluntaria entre individuos libres.

En resumen, los libertarios deben dejar de lado su reticencia ante la cuestión de la defensa y, en lugar de temer al conflicto bélico, deben enfocarse en promover soluciones voluntarias, organizativas y descentralizadas que respeten los principios libertarios. Solo de esta manera será posible garantizar la continuidad de una sociedad libre, sin la necesidad de recurrir a la violencia del Estado. Esta es una de las claves para asegurar que las futuras generaciones disfruten de un entorno donde la libertad sea la norma, y no la excepción.

Por Rodrigo Prenafeta, Abogado, Locutor y dueño del programa político Paralelo 33