La anarquía, ha sido históricamente vinculada al caos, al desorden o a la falta de leyes, especialmente de manera muy deshonesta por parte del poder político y diversos sectores nacionalistas. Sin embargo, para los libertarios, la anarquía no es la ausencia de normas, sino la manifestación más pura y natural del orden, fundamentada en la cooperación voluntaria, los derechos de propiedad y el mercado. La palabra anarquía proviene del griego "anarchos", que significa “sin gobernantes”, un concepto que los libertarios han reinterpretado bajo los principios del individualismo y la economía de mercado, donde la falta de Estado no implica un vacío normativo, sino un marco legal creado a través de acuerdos voluntarios entre personas libres. Esta perspectiva la desarrolla Gustave de Molinari, pionero del pensamiento libertario, en su libro "La Producción de la Seguridad" (1849) señalando que:
No se puede concebir una sociedad verdaderamente libre en la que la seguridad no sea producida por la libre competencia, al igual que otros bienes y servicios.
Molinari (1849)
Frédéric Bastiat, en su libro La Ley (1850) complementó esta idea al criticar la centralización estatal y señalar que:
El Estado es esa gran ficción a través de la cual todo el mundo intenta vivir a expensas de los demás. La verdadera justicia solo puede surgir de acuerdos voluntarios entre individuos libres.
Bastiat (1850)
Los libertarios argumentamos que el verdadero desorden no surge de la anarquía, sino del Estado. La centralización del poder en una elite, la coerción violenta y la intervención de los mercados por parte del poder político son las verdaderas fuentes de la desorganización. En este sentido Murray Rothbard en su libro La Ética de la Libertad señala:
El caos no es la ausencia de gobierno, sino su presencia excesiva. Los estados son las instituciones más caóticas y destructivas que ha conocido la humanidad... El Estado es la institución de la agresión organizada, una coerción sistemática contra la persona y la propiedad. El ideal anarquista no es el caos, sino un sistema donde los individuos y asociaciones voluntarias prosperen sin esta agresión... La ausencia del Estado no es la ausencia de normas, sino la liberación de un orden natural basado en el respeto mutuo y la cooperación voluntaria.
Rothbard (1982)
Para los libertarios la siguiente noción es fundamental ya que sostiene que los sistemas complejos, como el mercado, no deben ser intervenidos por un planificador central sino que todo lo contrario. Friedrich Hayek, en su libro Los Fundamentos de la Libertad señala:
Los órdenes espontáneos, como el mercado, no se construyen según un diseño consciente. Su fuerza reside precisamente en que aprovechan el conocimiento disperso entre todos los individuos... El orden no surge del diseño humano deliberado, sino de las acciones individuales que responden a la información dispersa y local que ningún organismo central puede recopilar.
Hayek (1960)
En este sentido para los libertarios la anarquía es la máxima expresión de este orden espontáneo, donde los intercambios voluntarios de derechos de propiedad reemplazan las funciones del Estado, creando un entorno donde la competencia y la innovación generan prosperidad y estabilidad.
Uno de los principales errores del pensamiento colectivista es la idea de la propiedad privada como una construcción social, negando su naturaleza intrínseca al ser humano y despreciando su justificación ética. Al forzar la propiedad a su socialización se vuelven incapaces, los modelos colectivistas, de resolver el principal problema que enfrentan: El cálculo económico.
Ludwig von Mises en su libro El Socialismo (1922), demostró y advirtió al mundo, en pleno auge del socialismo “científico” en Europa, que sin propiedad privada de los medios de producción, no existen precios reales para coordinar las decisiones económicas:
Donde no hay mercado para los factores de producción, no puede haber precios económicos. Y sin precios económicos, los cálculos económicos son imposibles... La competencia en el mercado es el proceso por el cual se descubren las necesidades de los consumidores y las formas más eficientes de satisfacerlas. El socialismo, al eliminar la competencia, elimina también este proceso de descubrimiento.
Mises (1922)
Jesús Huerta de Soto refuerza esta crítica en Socialismo, cálculo económico y función empresarial (1992) y en Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos (1998) respectivamente:
El mercado es el proceso en el que, mediante la función empresarial, se descubren y coordinan los errores de los agentes económicos, permitiendo una mejora continua en la asignación de recursos y el bienestar general.
La ausencia de precios de mercado elimina la información necesaria para asignar recursos de manera eficiente, condenando a cualquier sistema colectivista al desorden y al colapso.
Huerta de Soto (1992)
Por otro lado, una sociedad basada en la defensa de la propiedad privada resuelve de manera eficiente los problemas que otras formas de pseudo anarquía no pueden abordar. Un mercado libre espontáneamente desarrolla un sistema de comunicación descentralizado, reconoce que los precios reflejan información vital sobre la escasez y la demanda generando soluciones que nunca un sistema colectivista forzado podría encontrar.
La anarquía, entonces, no es sinónimo de desorden, sino la máxima expresión de un sistema de cooperación social espontáneo que surge naturalmente del respeto a los derechos de propiedad, el intercambio voluntario y la función empresarial.
"LA VERDADERA ANARQUÍA NO ES LA AUSENCIA DE ORDEN, SINO LA AUSENCIA DE COERCIÓN”
Murray Rothbard, Poder y Mercado (1970)