Uso V/S Abuso de la Razón.
Por Hugo Holmgren R.
Diplomado en Economía de la Escuela Austriaca.
El tópico de la razón es uno que ha interesado a los humanos desde los comienzos de la civilización. La propia definición del término “Razón” no es un tema trivial. La razón es aquello que nos diferencia de los animales salvajes. Es la facultad del ser humano para comprender el mundo y permitirnos actuar en él mediante juicios lógicos. Esta herramienta suprema del hombre, nos permite dominar nuestro ambiente y adaptarlo a las necesidades que la propia razón humana logra identificar. Todo conocimiento humano se basa en la razón, que, mediante la lógica, es capaz de descubrir verdades necesarias. La razón no sólo nos sirve para descubrir y comprender aquello que llamamos necesidades y medios para satisfacerlas, sino también es el único instrumento que posee el ser humano para descubrir verdades éticas y morales. Permite la revelación de principios objetivos sobre nociones de propiedad y justicia que son aplicables universalmente, es decir, a todos los seres humanos, en todo tiempo y por igual. Por ejemplo, la noción de que cada hombre es dueño de lo por él producido no requiere de ningún tipo de experimento repetitivo y controlado para saber que es verdad, la razón y la lógica deductiva de nuestra mente humana nos permiten llegar a ese tipo de conclusiones.
La mente humana es algo común a todos los seres humanos, la razón y el juicio lógico deductivo son categorías de la mente humana. Precisamente el hecho de que la razón sea un común denominador a toda la especie humana, es lo que la hace un instrumento válido e ideal para hallar verdades que sean aplicables a todos por igual, sin reglas o divisiones arbitrarias. El hombre es poseedor legítimo de su propiedad aquí, en la Antártica, en Europa, etc. Delimitaciones arbitrarias, como el lugar geográfico en el que nació el ser humano, la raza a la que pertenece, la clase social en la que se ve inserto, su orientación sexual y demás, no son válidas a la hora de razonar para encontrar verdades ciertas para nuestra raza. Una de las técnicas ideadas para desprestigiar la razón y las consecuencias lógicas universales a las que se logra llegar gracias a su uso, fue tratar de deslegitimar su universalidad al argumentar que dentro de la raza humana, existe el polilogismo. Esto quiere decir que la lógica deductiva y la razón características de la mente humana, no son universales. Es decir, existen distintos tipos de divisiones que hacen que sea inadmisible el uso de la razón para encontrar preceptos válidos para toda la raza humana. Dos de los polilogismos más comunes y devastadores para la humanidad fueron los ideados por el comunismo y por el nazismo. El primero, sostenía que había una grieta insalvable entre la estructura mental del burgués contra la del proletario, grieta que no le permitía ver al burgués la realidad inevitable que era la llegada del comunismo a la esfera global, con la “inexorabilidad de una ley de la naturaleza”. El segundo, sostenía que la estructura mental judía en contra de la aria, eran completamente distintas y que la razón de la mente aria lógicamente llevaba a creer que se debía aniquilar a la raza inferior judía. Un punto en común entre estos dos ejemplos de polilogismos, es la naturaleza colectivista de ambos enfoques. Al negar el individualismo metodológico, ambos incurren fácilmente en divisiones arbitrarias entre seres humanos (Proletario/Burgués y Ario/No Ario) que permiten justificar la dominancia y la correctitud de un grupo sobre otro. El libertario sigue un profundo individualismo metodológico y no reconoce existencia ontológica de nada más allá de cada individuo. Esta tradición se puede remontar hasta Sócrates y su estudio acerca de las “sustancias”. Otro punto en común de los enfoques polilogistas, es que ambos surgen de mentes individuales que se autoproclaman portadores divinos de la verdad. No es una doctrina racional sino una de tipo puramente místico e intuitivo, que nunca fue probada ni sometida al menor análisis crítico. No es coincidencia que, en ambos casos, aquellos divinos portadores de la verdad, ni siquiera formaban parte de aquel colectivo al cual decían comprender mejor que nadie. Ni Marx, hijo de un pudiente abogado y casado con la hija de un junker prusiano, ni Engels, rico fabricante textil, ni tampoco Hitler, un individuo de baja estatura, nariz aguileña y lejos de los cabellos rubios y ojos azules prototipos de los arios, pusieron jamás en duda que sus pensamientos fueran equivocados por el hecho de no pertenecer a la clase que lideraban, es más, se consideraban verdaderos portavoces de la verdad que concernía a aquel colectivo de los que ellos ni siquiera eran parte.
Otro intento de deslegitimar el uso de la razón, se encuentra en la primera disputa conocida en las que los miembros de la Escuela Austríaca de Economía (EAE) se inmiscuyeron. Este fue el llamado Methodenstreit o batalla sobre el método de las Ciencias Sociales. Carl Menger, padre de la EAE, tuvo famosas disputas con los miembros de la Escuela Histórica Alemana (EHA), en especial con Gustav Von Schmoller, sobre el método por el cual se debía adquirir el conocimiento en las Ciencias Sociales. La EHA sostenía que no podía haber leyes generales que fueran aplicables a los humanos de las distintas épocas, debido a que cada suceso tenía lugar en un contexto único y con personas que tenían motivaciones distintas. El historicismo por tanto rechaza contundentemente el uso de la razón como herramienta para lograr encontrar leyes universales que luego pueden ser aplicadas a los seres humanos en cualquier tiempo que se decida. Menger, sin embargo, era defensor del racionalismo filosófico clásico y creía que las leyes económicas debían basarse en la deducción lógica a priori, no en estadísticas y datos acumulados a posteriori. Es decir, la razón ocupa un puesto clave a la hora de querer explicar y comprender los problemas en la esfera de las Ciencias Sociales.
Así como la negación del uso de la razón como herramienta del conocimiento humano lleva a mortales errores teóricos que se pueden traducir en pérdidas de millones de vidas humanas, el abuso y no reconocimiento del límite de la misma razón, tiene consecuencias similares. Cuando se cae en el extremo contrario de pensar que el uso de la razón permite al hombre superar todas las incógnitas que posee y poder crear el paraíso en la Tierra se cometen garrafales errores epistemológicos que llevan a la creación de teorías no sólo erróneas, sino que peligrosas para la civilización humana. Otra batalla de suma importancia en la línea de la EAE, es la contra el positivismo teórico, que luego daría paso al empirísmo lógico. Siguiendo una línea similar a Menger, Von Mises y Hayek se verían luchando ahora contra el positivismo, ciencia que se basa sólo en la observación, la medición y la verificación, asegurando que ese método científico es el único que le puede brindar conocimiento al ser humano. Rechaza el racionalismo apriorístico característico de la EAE y afirma que todas las Ciencias, incluidas las Sociales, deben utilizar el método de las Ciencias Naturales. Esto es lo que Hayek denominaría como “Cientismo”. Si bien el postivismo es anti-racionalista al creer que todo el conocimiento debe ser adquirido mediante la observación y la medición, sí tiene un punto en común con el racionalismo cartesiano, otra de las escuelas de pensamiento ampliamente criticadas por la EAE. Esta corriente de pensamiento, si bien parte desde una base epistemológica prácticamente opuesta al empirismo, junto con aquél llegan a un punto en común, ambos abusan de la razón al creer que se puede rediseñar la sociedad desde arriba, en base a mandatos coactivos, para lograr llegar al óptimo, o al paraíso terrenal. Es más, el racionalismo cartesiano, afirma directamente que nada que surja de varias mentes trabajando en equipo, se compara con el trabajo efectuado por una mente brillante trabajando por sí sola. Es decir, hay un completo desprecio por las instituciones que surgen a través del orden espontáneo y no deliberadamente, como la familia, el mercado, el dinero, los idiomas, etc. Esto es a lo que Hayek llamaría “Racionalismo constructivista”. Aquellos afirman que sólo es válido lo que la mente individual puede diseñar, cayendo en la “fatal arrogancia” de creer y estar convencidos que la sociedad puede ser rediseñada, junto con todas sus instituciones espontáneas, desde la poltrona, comparando literalmente a los humanos con meros instrumentos que hacen funcionar a la máquina que es la sociedad. Desde luego, para que una máquina funcione de manera óptima, requiere del ingeniero que la diseñe y pula sus defectos. Aquí es donde hace su aparición la famosa “Ingeniería Social”. En este sentido, se da una de las paradojas más interesantes de las Ciencias Sociales, ya que el verdadero individualista, aquel que se caracteriza por defender el uso de la razón y el individualismo metodológico, termina siendo el que reconoce los límites de la razón individual y el rol que cumplen las instituciones espontáneas que no tienen su origen de la mente humana en particular y de manera deliberada, es decir, respetando aquello que nace de la interacción de miles de humanos en un esfuerzo conjunto y no intencional. Por otro lado, aquellos falsos individualistas, caracterizados por su abuso de la razón y un falso concepto del individuo que vive aislado de su sociedad, ellos quienes son defensores de que la razón humana individual es lo más cercano que tenemos para implantar un mundo ideal, caen en las garras del colectivismo y la anulación del individualismo metodológico. Desposeen al individuo de su propia característica individual, aquella que lo lleva a tener fines y conocimientos distintos de todos sus demás pares, y considerarlo como algo que no es humano, como un ser puramente funcional a las manos de las mentes brillantes que pueden llevar a cabo la tarea de manejar a la sociedad en su conjunto, donde aquella no es más que la suma de sus partes.
Es evidente ver cómo este abuso de la razón y la fatal arrogancia del humano hacen que muy rápidamente se lleguen a conclusiones devastadoras para la sociedad y completamente anti-humanas. La ingeniería social, tan aclamada tanto por cientistas como por constructivistas, es la base del pensamiento político de hoy en día. Se asegura que el gran “Estado del Bienestar” vela por los intereses de cada uno de los individuos que lo componen, ya que aquellos ingenieros sociales saben mejor que cada uno de nosotros lo que realmente queremos y necesitamos para estar mejor. Los ciudadanos somos vistos nada más que como engranajes que deben cumplir la función de que la máquina funcione, siempre a disposición del ingeniero social. El Libertario, por tanto, es un profundo defensor del uso de la razón y, al mismo tiempo, un profundo detractor del abuso de la razón. Es un guerrero cuya lucha consiste en constantemente quitarle el poder a los ingenieros sociales y devolverle su humanidad a los individuos que componen la sociedad, haciéndola más que la mera suma de sus partes.