Jesús Huerta de Soto y El Anarco Capitalismo.
“No hay ninguna necesidad del Estado, ni para proteger la propiedad privada, ni para impartir justicia, ni para defenderse del exterior. El Estado es, por definición, el enemigo de la libertad y de la civilización.”
Jesús Huerta de Soto, Socialismo, cálculo económico y función empresarial,1992.
La superioridad de la filosofía Libertaria.
El Estado no es un árbitro neutral, ni un “contrato social”, ni un guardián del bien común. Es una maquinaria de coacción sistemática, una estructura de expoliación legitimada por siglos de propaganda. Como lo dejó claro el gran economista y filósofo Jesús Huerta de Soto, el Estado es “el monopolista coercitivo de la violencia, la gran mafia institucionalizada que vive de parasitar a los productores pacíficos” (Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, 1998)
Por otro lado el Libertarismo no es solo una alternativa real contra el estatismo, es una filosofía ética superior frente a todas las demás escuelas de pensamiento que , perpetúan o moderan el poder estatal. A diferencia de las ideologías que aceptan grados de coerción institucionalizada, el libertarismo defiende una premisa clara y no negociable: la soberanía individual es inviolable. Y cualquier forma de autoridad que no derive del consentimiento voluntario es tiranía, sin importar cuántos votos la legitimen o qué fines diga perseguir. No hay Estado bueno. No hay regulación que intente hacer el bien. No hay redistribución sin expoliación.
Desde el liberalismo clásico domesticado, hace años, hasta el socialismo redistributivo más depredador, todas las filosofías estatistas comparten una raíz común: la negación de la libertad completa de las personas. Ha llegado la hora de exponerlas, denunciarlas y superarlas.
Contra los dogmas estatistas.
El socialismo.
Huerta de Soto retoma y amplifica la crítica realizada por Ludwig von Mises hacia el socialismo: su incapacidad total de realizar cálculo económico racional. Al abolir la propiedad privada sobre los medios de producción, el socialismo destruye el sistema de precios, eliminando así el único mecanismo que permite coordinar el conocimiento disperso de millones de individuos. Como escribe Huerta de Soto: “el socialismo es la desorganización planificada de la sociedad” (Socialismo, cálculo económico y función empresarial, 1992) Con precisión quirúrgica, El profesor desmantela la lógica socialista al demostrar que, sin precios de mercado derivados de intercambios voluntarios, no puede haber cálculo económico racional El socialismo no solo fracasa por falta de incentivos, sino porque destruye epistemológicamente la posibilidad de saber dónde y cómo asignar los recursos escasos.
El keynesianismo.
La economía keynesiana con su desprecio por el ahorro, es denunciada por Huerta de Soto como una perversión intelectual que justifica el saqueo inflacionario y la manipulación del ciclo económico. En Dinero, crédito bancario y ciclos económicos (1998), demuestra que las políticas keynesianas son la causa de las crisis, no su solución. Al fomentar la expansión artificial del crédito, generan burbujas que inevitablemente estallan. Es la economía del placebo: se estimula el consumo presente sacrificando el futuro. Una estafa intelectual convertida en política pública.
Los keynesianos, adoradores del gasto público, creen que la economía necesita ser "estimulada" por gobiernos sabios con el dinero que le roban al pueblo o que crean de la nada. Huerta de Soto demuestra cómo esta lógica inflacionaria, basada en la banca de reserva fraccionaria y la manipulación del tipo de interés, es la causa fundamental de los ciclos.
El dinero fácil no genera prosperidad real, sino burbujas, crisis, y una peligrosa expansión del poder estatal. El keynesianismo es la droga que mantiene viva artificialmente a una economía enferma por culpa del propio Estado.
El liberalismo.
Jesús Huerta de Soto critica profundamente al liberalismo clásico por su aceptación del "Estado mínimo", argumentando que esta postura es incoherente con los principios fundamentales de la libertad individual y la propiedad privada. Según Huerta de Soto, el liberalismo clásico, al permitir la existencia de un Estado, aunque sea limitado, introduce una contradicción insalvable: si el uso de la fuerza solo es legítimo en defensa propia, ¿por qué conceder al Estado el privilegio exclusivo de ejercerla preventivamente y sin consentimiento?
En su obra La escuela austríaca. Mercado y creatividad empresarial. 2008, Huerta de Soto señala que el liberalismo clásico intenta limitar al Leviatán sin eliminarlo, lo que considera una estrategia estéril. Afirma que todo Estado tiende a expandirse, corromperse y devorar a sus creadores, y que no hay peor enemigo de la libertad que el liberal clásico.
Huerta de Soto argumenta que el Estado, al ser un monopolio de la violencia, es incompatible con la naturaleza humana y con la ética. Sostiene que el liberalismo clásico acepta de entrada la semilla de su propia destrucción al intentar limitar un gobierno que, por su propia naturaleza, tiende a crecer y a infringir las libertades individuales. Para él, el Estado no es necesario ni desde un punto de vista científico ni ético, y su existencia bloquea la creación de información necesaria para la cooperación social y el orden espontáneo.
El Anarco Capitalismo como conclusión.
Frente al fracaso del socialismo, la farsa keynesiana y la mediocridad liberal, el anarcocapitalismo se alza como la única filosofía ética coherente con los principios de la acción humana, la propiedad privada y la cooperación pacífica. Es la culminación de la civilización espontánea descrita por la Escuela Austríaca, una sociedad sin amos ni esclavos, sin saqueadores legitimados por leyes arbitrarias.
Jesús Huerta de Soto no solo es un pensador clave en esta tradición: es su punta de lanza más audaz. Su obra nos entrega una visión radical y rigurosa de una sociedad libre, construida sobre la responsabilidad individual, el respeto absoluto por la propiedad y la eliminación de todo aparato coercitivo.
El Libertarismo no es una utopía: es el desenlace inevitable de una humanidad que aspire a vivir sin ser dominada. Y cuanto antes lo aceptemos, antes podremos empezar a desmantelar el mito del Estado y a disfrutas de una sociedad ordenada mediante verdaderas relaciones éticas libertarias,