¡BASTA DE ABUSOS! MANIFESTACIÓN CONTRA EL GOBIERNO FRENTE A LA MONEDA.
¡BASTA DE ABUSOS! MANIFESTACIÓN CONTRA EL GOBIERNO FRENTE A LA MONEDA.
Por Zézar Utiamkak
Director del Movimiento Libertario de Chile.
Un sábado claro y tibio amanecía en Santiago. El cielo azul con hermosas nubes que entregaban sombra y protegían del fuerte sol parecían cómplices de algo inusual, como si presintiera que no era un día cualquiera. A las 11:00 de la mañana del 23 de noviembre de 2024, frente al Palacio de La Moneda, el centro del poder político en Chile, se congregaban poco a poco alrededor de sesenta mujeres y hombres decididos a no callar más.
Eran rostros distintos, pancartas hechas a mano, banderas doradas y libres al viento. No los unía un partido político ni sobornos para apoyar al Estado. Los unía la impotencia. La decepción. Y el fuego por la justicia. Entre carteles que decían “¡No más impunidad!”, “feministas de cartón” y “El socialismo es terrorismo”, se alzaba una nueva bandera: la del feminismo libertario, ese que no le rinde pleitesía a burócratas ni a ideologías colectivistas, sino que defiende a la mujer como individuo soberano, dueña de su cuerpo, su voz y su voluntad.
La convocatoria fue clara y valiente:
“¡BASTA DE ABUSOS! MANIFESTACIÓN CONTRA EL GOBIERNO FRENTE A LA MONEDA ✊
El ex subsecretario Monsalve abusó de su poder y el Gobierno de Boric lo encubrió. Como mujeres, NO podemos permitir que el PODER POLÍTICO utilice la acción coercitiva del ESTADO para SILENCIAR a las víctimas.”
Las palabras eran duras porque la realidad lo exige.
Manuel Monsalve, exsubsecretario del Interior, no era cualquier funcionario. Fue el rostro fuerte de la política de seguridad del gobierno de Gabriel Boric. Pero el 22 de septiembre de ese año, según una querella presentada por su asistente, habría cometido violación y abuso sexual contra ella tras una cena, en un hotel del centro. Cuando despertó, confusa y desorientada, ya no era la misma. Tampoco su entorno. Lo que siguió fue un patrón demasiado conocido: llamadas para presionarla, intentos de manipular pruebas, silencios cómplices en el Ministerio del Interior, y un gobierno que reaccionó solo cuando ya era imposible ocultarlo.
El caso sacudió a todo el país, pero también dejó una grieta. Mientras el feminismo socialista se mantenía ambiguo, las voces que nunca son invitadas a las mesas de poder alzaron el volumen. Esa mañana, frente a La Moneda, no se pedía solo justicia para una víctima, se exigía que todos los cómplices cayeran.
Una joven con pañuelo lila gritaba al megáfono:
“¡El feminismo socialista es una farsa! El Poder político no nos cuida, Libre porte de armas ahora ¡Libertad y responsabilidad individual!”
Otra le respondía desde la vereda con un cartel que decía:
“¿Feministas de cartón donde están?.”
La manifestación no fue masiva, fue un resplandor de algo mas grande. Porque a veces basta una chispa para empezar el movimiento mas grande en la historia de Chile. Los cánticos, los discursos improvisados, la fuerza de una verdad dicha sin miedo… todo era prueba de que el feminismo que no depende del poder político está naciendo. Que hay mujeres que no quieren ser tratadas como víctimas colectivas sino como personas libres.
No hubo violencia. No hubo provocación. Solo la firmeza de quienes no están dispuestas a que el abuso del poder político siga teniendo permiso. Solo la convicción de que la libertad es incompatible con la impunidad.
Y así, bajo el sol de ese día sereno, quedó escrito en las calles de Santiago un nuevo capítulo de la estrategia del movimiento libertario de Chile. Una estrategia no escrita en los diarios de manipulación social o en la historia del poder político, pero sí en la memoria de quienes entienden que ni el socialismo ni el estatismo nos harán libres: porque la verdadera libertad ya la poseemos y estamos dispuestos a defenderla contra quienes sea necesario.